Traté de mantener la calma mientras pasaba el rato con mi amiga, no quería que se diera cuenta de lo que me pasaba, ni yo tenía explicación para algo así, ya lo había superado, había pasado tanto tiempo que ya ni lo recordaba.
Luego de dejar a Savannah en su casa, tomé la autopista, ya empezaba a oscurecer y aunque era el camino más largo para llegar a casa, lo tomé por inercia más que por voluntad propia. No entendía lo que me estaba pasando, mi mente estaba dispersa, mientras recorría el camino no paraba de estar preocupada, me sentía alejada de la realidad.
Antes de llegar a casa quise pasar por mi bebida favorita, el estacionamiento no estaba tan abarrotado como pensé así que fue fácil de conseguir un puesto. Tomé mi cartera, mi celular y mientras me bajaba me recogí el cabello para convertirlo en un moño todo descuidado. No sabía si era el calor que hacía o era que yo estaba a punto de sufrir un ataque, pero hasta las manos me sudaban.
Al entrar no quise visualizar mucho el lugar, pero podía sentir el poco ruido que había, algo definitivamente estaba pasando o pasándome.
-Cálmate Layla, no parecen cosas tuyas. Pensé
Me acerco al mostrador y con una sonrisa fingida comienzo a ordenar.
-Podría darme un frappuccino de vainilla con caramelo y una cake pop. -Dije con total calma.
-¿Desea ordenar algo más?. -Me preguntó la chica detrás del mostrador.
-Por favor, el frappuccino de la señorita con bastante crema batida. -Lo escuché decir
¡Dios mío era él! y estaba aquí, justo detrás de mi, no podía ser, era su voz. Pensé que me desmayaría, no podía concentrarme
-Debes concentrarte Layla, debes concentrarte -Me decía para alentarme.
Estaba tensa, no quería voltear pero mis pies no dejaban de girar.
Lo vi, estábamos frente a frente después de tanto tiempo, no sabía si mi vista me estaba fallando o qué, pero sus grandes ojos de color grises y pestañas no se apartaban de mi, lucía como recién bañado, tenía el cabello todavía un poco mojado.
-Hola Layla. -Lo escuché decir a los lejos, mis oídos retumbaban fuertemente
-Hola Tegan. -Le dije con total seguridad sin apartar la vista de sus ojos.
-Tu orden está lista. -Dijo con su voz ronca y seca.
-Qué? -No entendía.
-Tu bebida Layla, está lista. -Volvió a repetir.
Se acerco como para tomar la orden por mi, pero voltee rápidamente y tomé la bebida primero.
-Gracias. -Terminé por decir. Abrí paso alejándome de Tegan y terminar de salir de ese infierno, cuando lo escuché gritar.
-Hey Layla! Espero volver a verte.
Seguí caminando, no voltee a verlo, por primera vez me sentí con claustrofobia, quería gritar, golpearlo, llorar, de todas las veces que me había imagino encontrarme con Tegan, ninguna era parecida a estas. Yo sólo quería llegar a casa. Arranqué el carro y salí disparada de ahí.