Sin título

No sabía que se veía la mayor tormenta de mi vida, no tenía idea alguna, aunque realmente presentía que algo cambiaría ese día.

Era una mañana hermosa de verano, había despertado temprano con las ganas de correr las cortinas que tapan el hermoso balcón de mi habitación. Primera vez que me ponía a contemplarlo, tenía una hermosas cortinas blancas cayendo alrededor, las manillas eran preciosas no cabía duda alguna, un color gris plomo hacía que sus marcos brillaran cuando el sol reflejaba las ventanas. Mi madre sí que tenía buen gusto, pensé. Me arme de valor y después de mucho tiempo decidí salir a admirar la vista que me rodeaba. Palmeras altas, jardines perfectamente cortados y el sonido del mar a los lejos. Hacía tiempo que no pasaba los días de sol en aquel lugar, después de dos años quién había imaginado que yo regresaría.

El sonido de mi teléfono hizo que no indargara más en aquellos recuerdos, me concentré y leí el mensaje que acababa de recibir.

-Date prisa baby girl, te espero en el centro dentro de 30min. Es de vida o muerte.

No pude evitar sonreír, sabía que Savannah era siempre así de exagerada. Me anime a darme una ducha rápida y vestirme con lo primero que conseguí. Yo nunca era así, siempre ha gustado vestir bien para cualquier ocasión, pero precisamente ese día hasta eso me había extrañado.

-¿Qué está pasando contigo Layla?. Me pregunté.

Bajé las escaleras con un nudo en el estomago, no quería ni desayunar. Vi a papá sentado en la sala, tomando una taza de café y leyendo el periódico, me acerque a él para besarle el cabello mientras lo saludaba. Camine hasta agarrar las llaves de mi carro.

-¿A dónde vas querida?

-Al centro a encontrarme con Savannah, ha dicho que es de vida o muerte. Ya sabes como es. – Dije poniendo los ojos en blanco.

Mi padre sonrió y yo me encaminé al estacionamiento, hice sonar la alarma de mi coche, abrí la puerta y subí en él para ver a Savannah, estaba tan feliz de que también se encontrara en Los Hamptons pasando las vacaciones.

El calor que hacía afuera era infernal, aparqué en un estacionamiento privado para luego conseguirme con mi amiga en nuestro lugar favorito, Babette’s un cálido restaurant donde hacía años pasábamos las mañanas del verano poniéndonos al corriente.

Al llegar la vi, tan reluciente y alocada como siempre. Una gran sonrisa que contagiaba a todo el que la miraba. Estaba hermosa, tenía una cola alta que dejaba ver su hermoso pelo rubio, sus ojos verdes eran grandes y expresivos con unas largas pestañas por llevar siempre rimel con ella.

-¿Qué ha pasado guapa? Pensé que te había comido un tiburón en el camino, te tardaste un montón. -Dijo sonriendo fuerte, sabiendo que lo que había dicho no tenía mucho sentido.

-Pesada. -dije poniendo los ojos en blanco y sonriendo-. Venía disfrutando el camino, además para ti todo es de vida o muerte, así que debes en cuando me tomo mi tiempo.

Savannah parecía nerviosa, no sabía como decirme qué pasaba.

-A ver, dime. ¿Qué era tan importante? -Dije mirándola fijamente para ver si descubría algo en su mirada, pero nada.

-Lay, Tegan está aquí. Ha regresado-. Me soltó de una vez, como una curita que tiras rápido para salir del dolor cuanto antes.

No podía creer lo que estaba escuchando, mi mente tardó unos minutos en analizar lo que Savannah había dicho, mi cuerpo se contuvo, mi respiración comenzó a ser más lenta y una nostalgia que no supe descifrar invadió el momento.

-¿Layla estás bien? -me dijo sorprendida-. No quería soltártelo así, perdona, pero mejor rápido que nunca ¿no?.

-Es mejor tarde que nunca, loca.-dije sonriéndole como sí nada hubiese pasado. Como si no se hubiese abierto esa herida que pensé haber superado-. Que bueno que haya regresado, me da gusto por él. -Añadí reluciente.

¿Era eso verdad? ¿Me daba gusto saber que había regresado…?